La escalada en Rosario. 1.
Desde que encontré en youtube un video del Grupo Rosarino de Actividades de Montaña que puso Fabián Gómez (lo puse también en este blog), los recuerdos me asaltan…
En los siguientes artículos trataré de contarles cómo empecé a ir a las montañas y a escalar. La historia puede parecer un poco bizarra por el escenario donde comienza, en Jujuy, y el desarrollo de la escalada en una ciudad.
El GRAM tiene larga vida en Rosario, y cuenta parte de su historia en su web: www.gram.com.ar
Yo sólo puedo hablar de la etapa que viví durante la década de los noventa. De ahí en adelante son otros los que escriben la historia…la pasada y la que vendrá.
Año 1989.
El hechizo vino en un viaje a Abdón Castro Tolay en Jujuy, donde éramos unas 15 personas en el grupo. El lugar está a cuatromil quinientos metros de altura. Fuimos con la parroquia de mi escuela de toda la vida, algunos eran amigos y otros desconocidos. El objetivo era llevar medicamentos y un panel solar al pueblo, que sólo contaba con unas dos horas de electricidad al atardecer. El encargado del viaje era el cura Elmo Gorza.
Una vez me fuí con un pastor de cabras y su rebaño al monte. Pasamos el día y la noche por ahí, rodeados de cimas de más de cincomil metros. Líneas que convergen en un punto en el cielo, montañas hechas de altura, roca, hielo y nieve.
Esos puntos allá arriba eran lo que iba a perseguir con pasión el resto de mi vida.
La silenciosa experiencia hizo que al volver a Rosario quisiera aprender a subir montañas.
El viaje pasó entre la carneada de una llama que nos comimos en un horno de barro, los bailes al atardecer, al principio con la red eléctrica, luego con el panel solar..
Compartí baile con una abuela de casi cien años, y regresé a mi ciudad.
Encuentro el Puente.
En un comercio llamado Mountain Group me dijeron que en un puente cerca del río algunos escalaban, creía que eran cuatro y me dió el nombre de uno: Alfredo.
Había que ir un sábado. En el puente de arco hecho de ladrillos me encontré a Alfredo Rigalli y Carlos Duckler. El primero de unos cuarenta años, profesor de Química, y el otro informático de unos veintiséis años.
La cosa consistía en subir por la pared hasta la baranda donde estaba la reunión. Me prestaron su arnés y me aseguraron para probar….y no pude subir los condenados ocho metros. De algo estaba seguro aunque no sabía muy bien porqué, iba a volver hasta que lo hiciera. Sin problemas me dijeron que podía volver cuando quisiera pero que me trajera un arnés y zapatillas para escalar. Este punto merece que me extienda un poco, ya que no fué tan fácil encontrar el equipo para el sábado siguiente, aunque lo intenté con mis aciertos y mis errores….